martes, 24 de julio de 2012

Martes 24 de julio 2012.

Hoy ellos se fueron a Lisieux temprano y yo dormí hasta cualquier hora. Cuando terminé de despabilarme salí rumbo al Panthéon y me bajé mal del metro, me pasé una estación y con el mapa de porquería que tengo no podía encontrar las calles porque no figuran todas, asi que di vueltas unos diez minutos hasta que me pude ubicar. En el Panthéon vi el famoso péndulo de Foucault que no es el original pero bueno, es lo mismo.
Había una exposición sobre Rousseau, una parte se llamaba "Rousseau y sus retratos" o algo así, ahí había muchos retratos y bustos y pequeñas rélicas de esculturas o proyectos para las mismas en honor a Rousseau. También ví cuadros e imágenes con Rousseau vestido "a la armenia" y decía en un cartelito que era una vestimenta de moda y que se le había ocurrido a él ponerse el traje para un retrato. Había un grabado cuyo autor no recuerdo en donde se lo veía a Rousseau sentado en un sillón y señalando a una ventana que una mujer estaba abriendo, y se explicaba que estaba representando la escena en la que Rousseau dijo sus últimas palabras.
La otra parte se llamaba "Rousseau y las artes" y estaba dividida en varias secciones, la más interesante para mí era la de música, en donde se exponían libros y manuscritos de Rousseau sobre música, entre ellos su diccionario, también había partituras manuscritas de él que si las viera Magdalena Bigotti, mi profesora de armonía en el profesorado, se desmaya de lo desprolijas que eran. Había también obras para escuchar, y libros de otros autores con comentarios de Rousseau en los márgenes.
En otra parte sobre botánica o algo así había expuestos unos seis naipes que en el reverso (en blanco) tienen anotaciones que Rousseau hacía cuando salía a pasear y llevaba las cartas en el bolsillo o en la mano (no decía dónde las llevaba). Tenía una letra muy muy pequeñita. Para escribir sí que era prolijito, escribía todo derechito y chiquitito. En un naipe le entraban un montón de renglones.
Bajando por unas escaleritas está la cripta en donde descansan los restos de varios personajes ilustres: Rousseau y Voltaire, cuyas tumbas están enfrentadas, Zola, Marie y Pierre Curie, Jean Jeaures, Louis Braille...
Cuando salí del Panthéon me dirigí al Museo Carnavalet cuya entrada es gratuita. Es enorme y se aprende mucho sobre la historia de Francia si se presta atención pero lamentablemente yo no presté atención porque la verdad es que mucho no aprendí.
Lo que más me gustó: Las salas con muebles y cosas ambientadas en las distintas épocas; la sala que se llamaba "La belle epoque" llena de cuadros de Jean Béraud; una sala ambientada como un café Parisino; otra ambientada como una joyería famosa que no me acuerdo el nombre.
Lo que menos me gustó: había demasiadas salas (como 150) y no estaba bien señalizado el recorrido, por algunas salas pasé dos veces y otras no las ví.
Salí del Museo Carnavalet y fui caminando hasta la Place des Vosges que está ahí nomás y en un café tomé una cerveza y comí un croque monsieur. La plaza estaba llena de gente tomando sol y otra gente en la sombra.
Pasé por la Maison de Victor Hugo que hoy en día es un museo, pero estaba cerrado.
Salí de la plaza y justo pasé por un lugar en donde vendían ropita linda en liquidación y me tuve que comprar algo. Mientras estaba ahí entró una pareja de argentinos y la mujer agarró una billetera y le dijo al marido: "Ay, mirá, esto voy a llevar", a lo cual el marido objetó: "¿Y para qué lo querés?", y ella respondió: "Y, no sé... para regalar... sale diez euros...", y lo compraron.
Después fui caminando hasta la Place de la Bastille, caminé por la Rue du Fauborg Saint-Antoine, y después me tomé el metro y me volví pero antes de llegar al departamento pasé por el supermercado Monoprix y compré una ensaladita y un sandwich de atún para la cena.
Llegué al departamento y ellos no habían llegado todavía así que los esperé.
Cenamos, vimos cómo llegar al aeropuerto mañana, armé mi mochilita con ayuda de mamá que siempre acomoda todo, y me fui a dormir.
Mañana: a Bilbao a encontrarme con María (y Juan) después de ocho años, a conocer a sus hijos Lautaro y Hodei, y a pasear por el País Vasco que no conozco nada por ahí.




1 comentario:

Natalia dijo...

Buen viaje y saludos a María!