martes, 8 de enero de 2013

Martes 8 de enero de 2013

Hoy me quedé dormida y fui a desayunar sin bañarme porque si no tenía que ir sola después y yo quería estar con mamá y papá. Luego de un copioso desayuno (por parte de ellos ya que como todos saben yo me modero) y algunas especulaciones acerca de un enorme crucero que estaba estacionado (sí, ya sé que no es el término adecuado, pero bueno, estaba ahí estacionado) como a 1 km de la costa y hacia el cual iban y venían tres barquitos que yo decía que llevaban a la gente pero papá insistía con que eran vendedores de artesanías y choripanes, mamá fue a cambiar una pollera que había comprado ayer y yo la acompañé. De paso se compró dos blusitas más, por si justo las necesita. Ahí en el mall en el local de la librería Lápiz López compré un block de hojas para poder seguir anotando todo porque el cuaderno este se va a terminar en breve, y además le compré un regalito a Nati.
Mientras tanto llovía y había niebla, desde que me desperté que el día estuvo inestable, nublado, con lloviznas, todo gris. Como no nos apetece pasear por acá con este clima nos fuimos en el auto rumbo a Puerto Varas después de dar unas veintiocho vueltas y media por los barrios periféricos de Puerto Montt y retomar siete veces sorteando calles sin salida, hasta que por casualidad llegamos a la ruta y papá dijo "Ah, yo sabía que era por acá".
En Puerto Varas paramos para almorzar en el restaurante Miraolas que tiene vista al mar y se especializa en pescados y mariscos. El mozo insistía con que pidiéramos langosta porque se ve que tenían que deshacerse de ella hoy, pero nadie quiso y pedimos rabas (papá), chipirones a la plancha (mamá) y salmón con salsa de pimientos verdes y ensalada surtida (yo).
De un lado de la mesa había una familia (un señor, dos señoras y tres niños) charlando muy animadamente, sobre todo el señor que parecía simpático y les contaba a los niños historias de barcos piratas y cosas así y los niños lo miraban tan atentamente y parecían tan fascinados que supuse que no era el padre sino algún tío, ya que se sabe que los niños por lo general no solamente no admiran a su padre sino que no le prestan la más mínima atención a sus historias.
Del otro lado de la mesa había una pareja que hablaba en ruso o rumano o húngaro, algo que sonaba como de algún país de esos.
Después de almorzar con postre y café incluídos seguimos por la ruta 225 rodeando el lago Llanquihue pasando por Ensenada, hasta los Saltos del Petrohué, "hermosa cascada de aguas turquesas que desagua el Lago Todos los Santos" (al decir del folleto y mapa turístico que nos dieron en el puesto de información turística de Puerto Montt ayer cuando salimos con mamá a caminar).
Cuando llegamos ahí el día estaba lindo, soleado, y después estuvo hermoso hasta que anocheció. Para admirar los Saltos hay que pagar la módica suma de $1500 además de los $270 cada veinte minutos en el estacionamiento, y caminar unos metros por un sendero flanqueado de árboles y otras plantas con sus nombres científicos y coloquiales en grandes carteles de madera. Por ahí se llega a unas pasarelas desde donde se puede ver que el folleto no miente, es en verdad una hermosa cascada de aguas turquesas. Eso lo ví yo sola y saqué unas fotos para mostrarles a ellos porque no quisieron ir.
Al volver paramos en la costa del río Petrohué también de hermosas aguas turquesas, a sacarnos unas fotos y nada más porque estaba lleno de tábanos. ¡Qué molestos que son los tábanos!
Siguiendo por la ruta y pasando Ensenada nos detuvimos en un puestito que decía LAVANDAS. Había dos mujeres preguntando y comprando, y una señora vestida de farmacéutica respondiendo y vendiendo. Al concretar la venta les preguntó: -¿De dónde son? -De Osorno. -Ah, ¡yo también! ¿Y a qué se dedican?
Una no me acuerdo qué era y la otra le dijo -Soy periodista. -Ah, y ¿dónde trabajas? -En el diario. -¿Y cómo te llamas? -Daniela Ruiz. -¡Ah, tú eres la sobrina de la Magali, tú hiciste un master en la Universidad Católica de Santiago, yo me conozco toda tu vida!
La señora vendía varias cosas: jabones, colonias, aceite esencial, etc. Mamá compró una colonia grande y yo una chica. Cuando nos preguntó a nosotras de dónde éramos mamá le dijo que de Buenos Aires pero yo por las dudas no dije nada, a ver si también se conocía toda mi vida.
Volvimos al hotel y yo quería ir al super a comprar agua pero las malas influencias de mamá me llevaron otra vez a una tienda Ripley a mirar ropa y comprar. Al momento de pagar pasamos por tres cajas distintas porque ya estaban cerrando todo y nadie nos quería cobrar, empezaron a apagar las luces y volvimos a la primera caja en la que había un muchacho más amable que volvió a abrir la caja para cobrarnos luego de que mamá le exlicara que nos habían echado de las otras. Cuando quisimos salir resulta que estaba todo cerrado y tuvimos que bajar al estacionamiento por una escalera de un costado y caminar por ahí hasta la entrada del hotel para poder subir.
Ya eran como las nueve y a mi de golpe me dio mucha hambre así que subimos al piso 11, al bar Market del hotel a cenar algo.
Hay una tele prendida que no se escucha pero se ve el noticiero y dicen que continúa y aparentemente se agrava el conflicto en La Araucanía y organizaciones mapuches convocan a una reunión en Temuco para tratar el asunto. Mientras tanto parece que los camioneros siguen con sus protestas en las rutas.
Nosotros mañana vamos a Chiloé.

2 comentarios:

Natalia dijo...

Qué lindo compartir el viaje con ustedes, (y enterarme de todos los regalitos que tengo que reclamar cuando vuelvan, je je je).

Rocío dijo...

¿Cómo "qué lindo"? Yo quería que te diera envidia.